Casi desde que empezó sus clases de cerámica, se le hacía escaso el tiempo que dedicaba a esta ocupación en sus clases así que dispuso un poco de espacio en casa para hacer su taller de cerámica. Buscó una buena mesa, y poco a poco ha ido llenándola de utensilios, frascos de pinturas, tipos de barro ( ultimamente está trabajando bastante con pasta egipcia) y por supuesto siempre hay por medio un montón de proyectos.
Cuenta con dos hornos, el primero es muy grande. Quería un horno polivalente que le sirviera para hacer piezas grandes. Es eléctrico y también se puede trabajar con butano.
El segundo llegó un poquito más tarde. Los Reyes Magos, que lo saben todo, se dieron cuenta que muchas veces no ponía el horno porque con las piezas que tenía no lo llenaba así que le trajeron uno más pequeñito para que no tenga que esperar para poner el horno.
Cada vez que mete piezas a cocer, no ve el momento de abrir la puerta con gran expectación y ver el resultado de lo que va haciendo. Poco a poco le va perdiendo el respeto. Al principio tenía la inseguridad de no saber como iban a quedar las piezas, si se iban a romper y todas esas inquietudes propias del que se inicia en la materia pero cada vez va cogiendo más confianza y la verdad es que no es para menos.
¿Queda chulo verdad? En otra ocasión ya os enseñaré los distintos esmaltes que ha pintado. Por ahora ya lo dejo, hasta pronto.
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